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DE INTERES

miércoles, 14 de marzo de 2012

CUARTO DE ENSAYOS


II CERTAMEN LITERARIO DEL CARNAVAL COLOMBINO

1º PREMIO CATEGORIA ADULTOS


Seudónimo: Yonuba
Autor: José García García
Localidad: Isla Cristina (Huelva) 

   Detrás de cada carnavalero, sea comparsista, chirigotero o cuartetero, casi siempre existe una mujer; que durante todo el otoño y la primera mitad del invierno ve como su marido, su novio, su pareja o su compañero sentimental acude a ese ritual diario que es el ensayo de las agrupaciones.

   El en ese templo sagrado que puede ser una peña, un local alquilado, un garaje prestado o un almacén a las afueras, se reúne con un grupo de compañeros para poner notas y letras a los acordes de una presentación, de un pasodoble, de un cuplés y de un popurrit; e intentan identificarse lo más fiel posible al personaje que cada año les toca representar.

   Mientras tanto ella, en la soledad de su casa; preparando la cena, bañando o acostando a sus hijos, saliendo de marcha junto con sus amigas, perdiendo la vista a cada aguja enhebrada; espera impaciente la llegada de su esposo y conoce por su expresión por la expresión de su cara como ha ido el sacramento del ensayo en esa religión sagrada que es el carnaval.

   Pero a veces cuando carnavalero y mujer, en ese escenario donde nadie los ve; en esas tablas del teatro de la intimidad, cierran el telón y cada noche, si el guión y el tipo lo exige, continúan con los ensayos para que en Febrero un jurado implacable le ponga la máxima nota en el apartado de expresión corporal.

   Cuando Pedro, el director de la chirigota, una vez que había terminado el carnaval, reunió al grupo para preguntarle si contaba con ellos para el próximo año; a excepción de Pepe “El caja” que debido a que su nuevo horario laboral le impedía continuar, todos dijeron que sí. Por eso Sergio nada más que tuvo que levantar la mano y asentir con la cabeza.

   Aunque ellos no eran una de las agrupaciones punteras del carnaval colombino siempre estaba “en la pomada”; pues pasaban con facilidad las preliminares, hacían un buen papel en las semifinales e incluso en más de una ocasión habían estado presente en la final; lo cual hacía que año tras año él se sintiera orgulloso de pisar las tablas del Gran Teatro.

   Nadie quiso preguntarle a Pedro sobre el tipo que había pensado; no obstante, cuando éste vio que no había más deserciones que la prevista, se dirigió a los presentes diciéndoles:
-La agrupación para el año que viene se va a llamar “Las Frutas del Bosque”.
-Eso de los yogures de distintos sabores, ya han salido en Cádiz.-murmuró Juan “el alto”.

   Al oír aquel comentario, Sergio observó como algunos de la camarilla del director sonrieron de forma sibilina, por lo que se abstuvo de preguntar y al comprobar que no había más asuntos que tratar se dirigió hacia su casa.
-¿Qué?, ¿Para el próximo año de qué vais a salir?.- Le preguntó nada más verlo llegar María, su esposa.
-No sé, por lo que allí se ha comentado vamos a salir de frutas del bosque.
-Puf, ¡Con ese nombre a las primeras de cambio estáis eliminados!.- Exclamó ésta.

   Habían transcurrido más de siete meses desde aquella reunión cuando fue citado a lo que más que a un primer ensayo, resultó ser un encuentro de amigos; pues todos pusieron cinco euros y tuvieron que traer un plato preparado de casa. Allí, en aquel garaje, acondicionado como local de ensayo, hicieron un gran “pitisco”, mientras que Pedro y Manuel, “el guitarra”, tocaban los acordes de la música del pasodoble y de la presentación para posteriormente distribuir a todos los componentes unos folios con fotocopia de la letra.

   Nada más leer la primera cuarteta de la presentación el rostro de Sergio era todo un poema, ya que el nombre de la chirigota no tenía nada que ver con frutas, ni con yogures ni nada referido al boque: sino que hacía mención a unas chicas de alterne de un conocido prostíbulo; quizás fue por ello y observando el director la cara que se les había quedado no sólo a él sino a algunos más de los componentes, se dirigió a todos puntualizando:
- Señores es un tema complicado, por lo que a partir de hoy vamos a intentarlo a tratarlo con delicadeza y no caer en lo chabacano ni en lo grotesco!, ¡Por eso os pido mesura en los gestos y como iréis comprobando no va a ver siquiera una palabra malsonantes en todo nuestro repertorio!.

   De vuelta a casa no sabía como explicarle a María el personaje que iba a encamar, porque ni el mismo, con tres cervezas y dos cubatas bebidos, no se veía vestido de aquellas señoritas de la vida y mucho menos de afeitarse aquella barba que desde hacia años iban en consonancia con su personalidad.
-¡De puta!. - Exclamó nada más entrar por aquella puerta que su mujer le había abierto.
-¿Qué dices José María!, ¿Estás borracho o qué?
- ¡Nada que este año vamos a salir de putas!, ¡Que lo de las Frutas del Bosque era una patraña!.

   María lo atrajo hacia sí y le buscó los labios. Lentamente le fue quitando su jersey, su camisa, su pantalón, su slip… hasta dejarlo totalmente desnudo. Luego se arrodilló delante de él buscando su erguida espada, la cual se la introdujo en la vaina de su boca a ritmo de pasacalle.
-¡Si tú no sabes, te enseñaré yo!.-le susurró al oído mientras que él se retorcía en el nirvana del espasmo.

   Sergio llevaba más de ocho años casado y fue el primer hombre en la vida de su mujer; de ahí su sorpresa con el comportamiento de María aquella noche, ya que ella era una persona bastante recatada en los temas íntimos hasta el punto que a veces le daba vergüenza ducharse delante de él. Por eso su extrañeza ante aquella reacción, la cual le afectó tanto que antes de que sonara el reloj para ir al trabajo, ya estaba despierto y sin apenas hacer ruido cogió la fiambrera que María le había preparado y se marchó a realizar su peonada de albañil a una urbanización de Mazagón.

   A su regreso, su mujer no estaba en casa y después de ducharse, antes de que dieran las nueve de la noche estaba de nuevo en el local de ensayo.

   Aún no había aparecido ninguno de los componentes de la agrupación. Tan sólo en el local se encontraban Pedro y el guitarra, que ensayaban unos acordes del punteo que precedían al popurrit y fue por ello cuando el director, haciendo un receso lo cogió del brazo y se lo llevó a una esquina:
-Perdóname Sergio, pero ya sabes como son las mujeres: ¡Antes que ayer os dijera a todos de qué íbamos, mí esposa vio a la tuya y le “largó” que íbamos de putas!.
-¡No tiene importancia!.-le respondió sonrojado.
-¡Si que la tiene!.; ya que luego le estuvo comentando que con lo vergonzoso que tú eres no sabía si iba a dar la talla con el personaje. ¡Y ya sabes que tú vas en la primera fila...!
-No te preocupes, Pedro. ¿Alguna vez yo te he fallado?.

   Conforme fueron asistiendo el resto del grupo, empezaron una y otra vez a repetir el sonsonete del pasodoble, hasta que una vez cogida la música fueron adaptándola a una letra referida al preservativo, la cual después de cinco o seis intentos se acopló perfectamente a la partitura.

   Tarareando el compás del pasodoble Sergio llegó a su casa y al ver que las luces estaban apagadas, calentó en el microondas los filetes empanados que su mujer le había preparado y tomándose un yogurt se dirigió a su habitación.

   Cual no sería la sorpresa cuando al encender la luz, contempló a María con tan sólo un diminuto tanga y un atrevido sujetador negro recostada sobre sus sábanas blancas. Un bombeo de sangre anegó su miembro y antes de que él se diera cuenta, su mujer, como jineta en celo, cabalgaba sobre él, hasta que una cascada de líquido blanquecino la hizo caer en el último obstáculo de la ría.

   Aquellos encuentros sensuales, una vez acabados los ensayos, duraron más de mes y medio; a excepción de los días en los que el calendario estaba marcado de rojo: las letras en la que hacían un paralelismo entre los órganos genitales y el marisco y aquella música de “Pretty Woman” dejaban paso al francés, al griego, al misionero… hasta quedar rendido antes de dormirse en aquellas noches de lujuria y de placer.

   Ocurrió aquel viernes, a finales de Noviembre, cuando ya la presentación en letra y música estaban cogidos, al igual que cuatro pasodobles y las primeras canciones de popurrit cuando antes de que todos se marcharan Pedro les comunicara:
-El lunes empezamos con los cuplés y el estribillo!, Ah, ¡Y por favor vayamos ya ensayando los tipos!

   Aquella noche María le esperaba en el sofá. Le sorprendió que en lugar del pijama llevara su mono de trabajo puesto, y nada más verle se levantó para irle desnudando magistralmente su cuerpo. Luego fue poniéndole su tanga, su sujetador relleno de calcetines, su panty, su falda apretada y una blusa color fucsia... Antes de maquillarlo, sombreando sus ojos y pintando sus finos labios con el más rojo carmín, le colocó sobre su cabeza una rizada peluca pelirroja. Vestido de mujer, finalmente le calzó aquellos zapatos con enormes tacones y a ritmo de “bachata” lo llevó al dormitorio.

   Sergio alucinaba en colores, por unos instantes su instinto masculino se había disfrazado de feminidad e hizo suyo aquel sentir carnavalesco de “Los Mairenas” en el que por carnaval “todo hombre lleva una mujer en sus adentros” ; y no se dio cuenta si le habían penalizado o no, por haber sobrepasado el tiempo del repertorio; tan sólo volvió a la realidad cuando al recuperar su hombría, el vaivén de las olas de su cuerpo se convertían en espumas de gemidos de placer al contacto con el curvilíneo acantilado de su mujer.

   Estuvieron ensayando casi todos los días del mes de Diciembre y Enero, además de nuevas letras de pasodobles y cuplés, que exigían las bases del concurso, los gestos, los ademanes, las muecas que llevarían en la puesta en escena y a lo largo de la actuación: pero por más empeño que ponía ni a él mismo le convencía la forma en que llevaba la coreografía, y por mucho que María se empeñara cada noche, después de cada ensayo, caracterizarlo desde señoritas de burdeles parisinos hasta camareras del Harén; su cuerpo cuando llegaban a las nueve de la noche no era capaz de seguir la coreografía de sus compañeros y hasta sus piernas parecían flaquearle de igual modo que cuando terminaba de hacer el amor.

   Fue por eso, por lo que dos semanas antes de que comenzara el concurso; Pedro, al ver que Sergio desentonaba de forma escandalosa en la interpretación del papel de prostituta, cuando le instó a que se quedara una vez que terminase el ensayo, ya que tenía que hablar con él.
-Lo siento, eres la mejor real que tenemos.- empezó a decirle.- pero a la hora de representar el tipo, tú y yo sabemos que no encaja contigo por lo que he pensado que vas a ir a la segunda fila. Así que a partir de mañana vas a ocupar el sitio de Salvador y a él lo colocaremos en primera fila, puesto que el personaje le va “ni que pintado”.

   Aunque el carnaval empezaba un día antes, a ellos por sorteo no le tocaría actuar hasta la segunda jornada, en la que abrirían el espectáculo, por lo que el director creyó conveniente realizar cinco días antes, un ensayo general para los familiares y simpatizantes de la chirigota.

   Sergio no le había contado nada a María sobre la conversación que Pedro había mantenido con él, por eso al observar como se colocaban en aquella tarima improvisada de aquel local y ver como a su marido era totalmente tapado por los de la primera fila, apenas si echó cuenta en el repertorio y a cada momento que pasaba era tanta su ira, que nada más terminar aquel simulacro de actuación se dirigió al director para decirle:
- ¡O mi marido va en la primera fila o no sale!
- ¡Pues que no salga!. - le respondió de forma autoritaria Pedro.

   Durante los cuatro días siguientes, Sergio apenas le dirigió la palabra a María, es más; mientras que ella dormía en la cama, él se acostaba en el sofá, ya que era tanto el ridículo que había pasado esa noche, que sentía vergüenza con encontrarse con algunos de sus compañeros puesto que después del numerito que había montado su mujer estaba más que claro de quien llevaba los pantalones en casa. Por eso no cogió el teléfono cuando éste sonó y fue María la que se encargó de descolgarlo:
- ¡Es una decisión de él!, ¡Pues ya tú conoces mi punto de vista!.- decía mientras hablaba.-¡Yo ya no tengo nada más que decir!. ¡Si quieres conversar con él que está aquí ami lado!.
- ¡Pedro quiere hablar contigo!.- le dijo acercándole el teléfono.

   Tan sólo ellos saben, quien convenció a quien, pero antes de la hora de almorzar habían llegado a un acuerdo por el cual Sergio, saldría a cantar a las diez de la noche de aquel sábado de Febrero, al lado de los altos en la primera fila y su mujer tendría reservada un asiento reservado lo más cerca posible del escenario.

   Una vez que todos se abrazaron como piña y unieron sus manos antes de que se abriera el telón, Sergio besó la imagen de la Virgen del Rocío que colgaba en su cuello y nada más visualizar el patio de butacas y aunque los focos le cegaban, estuvo buscando entre la gente la silueta de María. Le fue fácil localizarla pues sentada, junto a la mujer de Pedro, se había puesto uno de los monos que él a diario se llevaba a trabajar.

   Un sinfín de luces de neón iluminaron su ser representado a la profesión más antigua del mundo. A cada nota le seguía un guiño, a cada letra una provocación y a cada aplauso una insinuación; por eso todas las miradas estaban puestas en él; sin saber que detrás de aquella interpretación había habido un CUARTO DE ENSAYO, donde él junto a su mujer habían representado en el teatro de la vida real, aquella escena que cada comparsista, cada chirigotero o cada cuartetero dan vida en esa fiesta pagana que es el carnaval.
-¡Macho, lo has “bordao”!.- Exclamó Pedro llevándose sus manos a la cabeza, una vez cerrado el telón.

   ¡Fíjate tú, como has estado que entre pasodoble y cuplé te he ofrecido cien euros y la cama!.-le dijo Manuel “el guitarra”, lo cual provocó una risa generalizada.

   Había acabado el concurso y todos los componentes de la agrupación, estaban esperando en aquel local que habían compartido más de cuatro meses a que Pedro, que había asistido como director al recuento de los votos y al veredicto del jurado, regresara.
-¡Terceros!, ¡Hemos quedado Terceros!.- dijo nada más llegar y con semblante sereno, ya que por su trayectoria estaba acostumbrado a “cajonazos”, a “pucherazos” y a todo lo que terminase en azo.

   Tras escuchar el resultado en el ambiente se veían y se escuchaban expresiones de inconformismo, caras de satisfacción, semblantes de resignación, gritos de crispación y hasta los más fanáticos insultos que hacían alusión a las madres de los que conformaban el jurado, por eso Pedro alzó la voz para decir:
- ¡Señores, no me preguntéis el tipo!, ¡Pero para el próximo año esta chirigota se va a llamaaar.- hizo una pausa para luego gritar: ¡ Sorpresa y Sorollaaaa!.

   Sergio miró a María y ésta le devolvió la mirada. Después abrazados se dirigieron donde estaba Merche, la mujer de Pedro, el director, y acercándose ambos a cada oído de ésta le susurraron:
-¡Con que Sor presa y Sor olla, no!, ¡De monja te vas a vestir tú y tu marido!, ¡Pues nosotros ahora mismo nos vamos a empachamos de frutas en nuestro bosque particular!

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